“Tu amor es solo mío y tuyo, de nadie más”
SE FUE EN SILENCIO, COMO
UN COLIBRÍ
El amor nació en la
infancia, el destino los llevó por caminos diferentes pero en la
madurez se reencontraron, vivieron una linda historia de amor, pero
la vida nuevamente los separó.
Estoy repasando la
historia de mi vida y me doy cuenta que el tiempo pasa rápido y los
años también se han esfumado.
Me detengo a pensar en el
amor de mi infancia, ese amor que desde niña nació en mí y que
ambos compartimos.
Fue hace tanto tiempo,
cuando nos conocimos y solo nuestras miradas se cruzaban, dejamos de
vernos. Pero el sentimiento siguió ahí, vivo, latente, pero quiso
el destino que nos encontráramos de nuevo muchos años después, con
una vida hecha y en plena madurez de los 40.
Solo con vernos, sentimos
que queríamos comenzar lo que nunca inició, que queríamos vivir lo
que siempre soñamos. Pero ese mismo destino que nos cruzó no quiso
que sea en esta vida, quizá en otra.
Ahora se que el amor de la
infancia es real, me hizo sentir mujer y me demostró tanto amor, y
morimos de amor, lloramos y me pedía que me quedara con él. Lo amé
como a nadie y lo amaré así como nos dijimos “hasta lo infinito”.
Yo tenía once y él trece
años, hicimos nuestra primera comunión juntos, íbamos a la
catequesis juntos, nos dábamos besitos a escondidas. Para mí era lo
más tierno, puro, sublime y sin malicia, sentí lo mismo cuando nos
reencontramos.
Nos quisimos mucho, el
tiempo que estuvimos me enseñó mucho mi amor: “tu amor es solo
mío y tuyo, de nadie más”, recuerdo que me decía.
Hoy solo bonitos recuerdos
nos quedan, pero él ya no está, voló como un colorido colibrí, en
silencio, mientras dormía.
Recuerdo cuando llorábamos
y me decía quedate conmigo, yo te doy todo lo que tengo, pasaron
diez años de que me hizo la mujer más feliz. Yo le decía mi niño
bello, mi hombre perfecto.
Hoy me toca estar con él
en una despedida impensable y lloré mucho. Le llevé las rosas
amarillas que eran sus preferidas.
¿Cómo hago para salir de
este sueño horrible y superar su silencio, no escucharlo más ni
leer sus mensajes de amor?
“Yo tenía once y él
trece años, hicimos nuestra primera comunión juntos, íbamos a la
catequesis juntos, nos dábamos besitos a escondidas. Para mí era lo
más tierno, puro, sublime y sin malicia, sentí lo mismo cuando nos
reencontramos”
BELLA DAMA, 50 AÑOS
RESPUESTA:
Cuando una persona tan
importante en nuestra vida nos deja, a veces no hay respuestas,
simplemente pasa, y tenemos que asimilar que nos quedan los
recuerdos, esos son los que perduran por siempre, los momentos bellos
bien vividos. Aferrate a la vida, a disfrutar del sol precioso, salí
a mirar en tu jardín, a ver colibríes de seguro te traerán a la
memoria todo lo compartido. Nadie dice que será fácil, nadie te
pide que sea hoy, solo el tiempo te ayudará a cerrar las heridas del
corazón, no te rindas bella dama, hay cosas por las cuales luchar y
seguir adelante. Abraza el amor de otra manera más sublime, dedicate
a los que permanecen a tu lado, sos el sol de muchas personas,
alimenta esa fuerza, todo tiene un propósito en esta vida, encontrá
el tuyo y sé feliz.
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